¡Que palabra!
¡Que tristeza!
Así es el mundo, confías.
¡En que o en quien?
El alma es variable, tan variable como inconsciente.
Nadie sabe ya, lo que es vivir, lo que es compartir.
La verdad es engañosa.
Un engaño complaciente.
Nos basamos en eso.
Necesitamos la amistad, tanto como el vivir.
Y entonces somos complacientes.
Admitimos todo.
Hasta el engaño.
Tenemos miedo.
Un gran miedo nos embarga.
Es tan poderoso, tan exigente.
Que presencias vividas necesitamos, para no caer en nuestro olvido.
Aun sabiendo, que esas presencias, únicamente hacen que nuestro subconsciente, no caiga en ese ajetreado momento, de un placer tan perdido y olvidado como es, la soledad.